miércoles, 1 de febrero de 2012

Plural mayestático


Normalmente cuando escribo algo, lo hago desde mi pequeño trono en una minúscula habitación junto a una ventana aticada que permite una visión panorámica del cielo pero que me impide ver la tierra y a los que en ella residen.
Creo que este agujero de gusano desde el que me expreso tiene parte de la culpa de esta crítica humana a nivel mundial que me permito hacer sin ningún rubor, escondido, con la única compañía del sol, cuando sale, en lo más alto de un edificio que me hace sentir el rey de mi mundo y de algunos otros.
Sin duda, la culpa es mía pero en realidad soy como cualquiera, me dejo llevar por modas, visto igual que millones de personas a mi alrededor e intento eludir pensar siempre que puedo como el resto de los mortales pero en ocasiones no lo logro y es cuando la cago y escribo chorradas.
Todo el mundo intenta expresarse como más cómodo se siente y en mi caso yo utilizo esta por dos razones. La primera es porque no sé hablar en público, no tengo el don de la palabra lo que me hace sentir incómodo cuando todo el mundo se calla y la única voz que se escucha es la mía. La segunda es porque tengo una memoria lamentable, de hecho roza lo enfermizo y durante mucho tiempo tenía pensamientos que personalmente consideraba interesantes y en media hora ya no me acordaba de nada, lo que interfería directamente en mi calidad de vida.
Otra opción era la de andar por ahí con una grabadora pero es muy freaky y super de serie yankee lo que me hizo despojarme de esa idea de inmediato.
Una vez explicado a groso modo el por qué escribo, no puedo evitar referirme a este puñetero plural mayestático que persigue mis dedos mientras bailan sobre el teclado.
Un ligero porcentaje de esta manía es innata, me jode reconocer que me sale solo lo que deja entrever en mi interior un toque del reinón que llevo dentro y que intento ocultar para no ser puteado.
Gran parte de esta opción literaria a la que recurro con demasiada asiduidad es por culpa de “El gran Lewoski” y la espectacular interpretación de Jeff Bridges como “el nota” que particularmente me enseñó a ser el tipo más comprometido del mundo por mal que vayan la cosas y a la media hora ser un nihilista de fe.
Lamentablemente la realidad última de mi plural mayestático es otra, mi propia ignorancia, el desconocimiento absoluto de cualquier tema en profundidad me permite el atrevimiento de opinar de temas que desconozco, esa gran aliada hace también que me permita dar lecciones a la humanidad y que mis palabras suenen como si las dijera el mismísimo dios de los judíos. Desgraciadamente soy un ignorante pero también soy un cobarde que se escuda en el mal de muchos para el consuelo de tontos lo que me define perfectamente en toda mi gloria. Este incultismo que abandero me permite también continuar mi vida como si nada, no aprender de mis errores y confirmar mi plural mayestático como método predilecto de expresión.

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