martes, 20 de marzo de 2012

Resistencia en residencia


Durante los últimos años se han instalado en La Coruña y alrededores un sin fin de residencias de la tercera edad animadas por una demanda cada vez mayor. Afortunadamente parece ya desterrada la deleznable imagen de asilos en los cuales parecía que tras cualquiera de sus puertas aparecería Mengele para poner en práctica una de sus últimas técnicas de tortura... pero ahora ya no, las monjas han dado paso a toda una especializada industria entorno a la vejez.
Hace algún tiempo que en el lenguaje propio de una residencia de ancianos hablábamos de un/a director, algún médico, varias enfermeras y un sin fin de gerocultores y limpiadores que formaban el elenco de profesionales de la geriatría. Las cosas actualmente han o están cambiando, aquellas residencias han dado lugar a grandes empresas que poseen decenas de centro por todo el territorio nacional y esto transforma el tipo de profesional que actualmente ejerce en estos grandes centros.
Los profesionales de la geriatría han pasado de ser del ámbito sanitario al de las finanzas, abandonado los pijamas y las batas para disfrazarse, con elegantes trajes, en contables, economistas, asesores y un sin fin de profesionales de despacho que jamás han visto un anciano de cerca.
Está claro que los tiempos cambian y que las rentabilidades sufragan la demanda de camas en este sector pero todo tiene un límite y desde mi humilde opinión, al igual que las empresas tienen a decenas de trabajadores echando humo para que los beneficios sean cada vez mayores, les propondría a estas grandes empresas que dediquen tan solo un departamento para que se ocupe del bienestar de aquellas personas que sobreviven en sus centros, personas que trabajen desde sus despachos para parar los pies a aquellos que solo piensan en números y recortes, olvidándose en algunas ocasiones que los ancianos no se merecen esa tendencia al racaneo en sus actividades diarias.