lunes, 24 de agosto de 2009

Tic-tac


…es posible que lleve toda mi vida escuchando este sonido, adaptando mi vida a él, incluso cuando no lo escucho lo tengo presente, como si se encontrara detrás de mi para darme un toque de advertencia cada vez que me demoro sea cual sea mi labor.
Algunas veces me despierto agitado y sudoroso, mi primer movimiento siempre se lo dedico a él y una vez que lo miro me quedo tranquilo, su propio susurro me acuna para que de nuevo me quede dormido al calor de su compañía, pero no siempre ha sido así, en alguna ocasión he perdido los papeles pasando de sesenta pulsaciones por minuto en reposo a ciento cincuenta corriendo como pollo sin cabeza por toda la casa para salir medio vestido y con la petrina abierta pasándome por el forro todas las señales de tráfico hasta llegar a ese agujero que algunos compañeros llaman trabajo.
Recuerdo mi primer salario en mi primer trabajo, un trabajillo por horas con el cual no cotizaba ni tenía seguridad social pero que me produjo los suficientes beneficios como para ir a una joyería y comprarme el reloj que mas me gustaba de todos, no repare en gastos porque la ocasión lo merecía, pero sin darme cuenta, adquiría un compromiso de por vida con esa cuarta dimensión llamada tiempo que hasta el día de hoy tantos disgustos me ha dado.
Reconozco que si quieres cohabitar debes cumplir ciertas normas y el tiempo es una de ellas pero en ocasiones convertimos al tiempo en un mecanismo de esclavitud y manipulación llegando a rozar lo absurdo y lo enfermizo en una misma esfera.
…y una vez más en la radio suena esa canción… tic tac, tic tac, tic tac, tic tac…

domingo, 16 de agosto de 2009

Entre el cielo y el infierno


El ser humano es fascinante, somos capaces de lo mejor y lo peor, somos impredecibles e ilimitados, en fin, que no tenemos medida.
A lo largo de la historia el hombre ha demostrado que es capaz de explorar todos y cada uno de las posibilidades que posee, en conjunto e individualmente. Hemos sido capaces de crear sociedades y religiones, pueblos y ciudades, costumbres y tradiciones, en definitiva, hemos investigado todos los caminos posibles en busca de aquellos que se adapten a la medida de nuestras necesidades, pero también hemos creado bólidos y utilitarios, cigarros y puros, apartamentos y mansiones, faldas largas y minifaldas, es decir, hemos jugado con los extremos intentando superar nuestros propios límites.
Pero es fácil olvidarse que entre los pies y la cabeza hay un cuerpo que aproximadamente constituye el 80% del hombre, buscamos el no va más y nos olvidamos de algo tan importante como un nexo de unión entre los dos puntos más distantes, entre Hitler y Santa Teresa de Jesús por necesidad debe existir un amplio abanico de personalidades que den sentido a la aparición de semejantes entes, pues entre el bólido y el utilitario hay un monovolumen y entre un cigarro y un puro intercalamos una puta.
En psicología se llama norma a los resultados promedio obtenidos a partir de las mediciones de un número suficiente de individuos. Gracias a la norma podemos analizar un resultado individual con los otros individuos de la población. Lo que permite encasillarnos dentro de una de esas escalas sociales.
Lamentablemente yo pertenezco a ese extenso grupo que se encuentra entre Robin Hood y Sheriff de Nottingham, lo que me encasilla entre multitud de personajes que en realidad me asustan hasta a mi. Mi lugar en el ranking social podría estar entre el hombre más bajo del mundo, junto al tipo con la lengua más larga o con el fulano que se cuelga mas pinzas de la cara y el que da más patadas a un balón sin que éste toque al suelo o con aquel anónimo que tenga la eyaculación más precoz.
Esto me sitúa en una situación francamente comprometida pues las estadísticas no engañan y lo complicado ahora es aceptar la situación que uno debe ocupar en este mundo, junto a auténticos tarados socialmente aceptados, que una vez más ponen a prueba nuestra cordura y nos recuerda nuestra constante condición de borderlines.