miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Quién nos enseña a morir?


En la vida hay ciertas vivencias para los que nunca nadie logra educarte, no son pocos los años y los intentos que nuestros padres dedican a enseñarnos sus propias experiencias vitales en busca de reducir, en la medida de lo posible, el sufrimiento que en algunos momentos de nuestra vida estamos condenados a padecer.
¿Cómo enseñar a un hijo a sufrir? Hay cosas que los padres no pueden sino aproximar verbalmente, en un vano intento de protección, pero la lectura de un significado según la real academia española de la lengua no llega y en realidad es la decepción y los llantos los que nos enseñan a ser cautos o quizás a no intentarlo jamás y así el concepto queda, fijado para siempre, en forma de dolor.
Tras la primera derrota el cuerpo se acostumbra y tan solo espera la muerte, la última de las sensaciones vitales y la que en realidad nos enseña a añorar incluso el sufrimiento.

1 comentario:

  1. La vida que llevamos, pelín hedonista y, en general, muy consumista, nos aleja de todo lo que recuerde al dolor, solemos apartar de nuestro a los individuos que, por azares de la vida, o por lo mucho que han vivido, nos recuerdan lo jodidas que son las miserias humanas, a la vez que, paradójicamente, haciendo esto, participamos sin ser conscientes de la miseria y la bajeza; esto lo ves bien tú trabajando con la gente mayor, considerada por muchos algo así como un despojo, una visita en la agenda del fin de semana, cuando en realidad son la esencia de la sabiduría, aquellos que te van a hablar con sinceridad, cosa difícil en el mundo corriente de los quedabienes carentes del sentido de la franqueza, los que no pagan ya peajes y que, tras muchas decisiones y apuestas, te pueden contar, no sin cierto regusto de satisfacción que, incluso, alguna de las veces que decidieron, acertaron. Así es la vida de los adultos, jodida, una verdadera carrera de obstáculos, y una oportunidad diaria de decidir hacia dónde dirigirse ¿puede haber algo más grande? Creo que No, aunque a veces perdamos la referencia magnificando cosas demasiado comunes que crecen como bolas de nieve en nuestros mundos "perfectos".
    Unha aperta.

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