viernes, 17 de abril de 2009

El sentido de la vida

Durante siglos el hombre no ha cesado en su intento de descubrir el sentido de la vida, la finalidad de toda una vida de emociones, de sentimientos encontrados, de locuras y pasividad, de inquietudes y desidias.
Las religiones han sido durante años una balsa en el medio de un océano de incertidumbres, tan solo hay que creer. Cualquiera de las religiones sobre la faz de la tierra nos promete el oro y el moro a cambio de nuestra alma en vida, toda una vida de dedicación a sus creencias para al fin lograr el acceso a la tierra prometida, el paraíso o cielo, el harén o la salvación, singularmente todas y cada una de las religiones basan su poder en algo intangible, una vida más allá de esta donde se nos recompensarán las penurias de la actual. Da igual si el futuro nos depara el descanso eterno en una linda casita a la vera de la playa junto a San Pedro y San Lucas o por el contrario nos depara una reencarnación en vaca en el mismo centro de Nueva Delhi, el funcionamiento es el mismo basado siempre en el sufrimiento del creyente.
La vida era mucho más sencillo cuando en este mundo reinaba por completo el desconocimiento, ningún ciudadano de a pie ponía en duda la palabra de su gurú espiritual lo que posibilitaba unos planteamientos mucho más directos y facilones, te podías permitir el lujo de ser un autentico cabrón durante toda tu vida porque a última hora y con la muerte en los talones recurrías a la compra de indulgencias que en 1500 la iglesia católica concedía a cambio de una generosa aportación económica, redimiendo así todos tus pecados. Hoy por hoy debes asistir todos los domingos a la iglesia y hacer un montón de cosas más para conseguir lo que antes se lograba con un simple cheque.
Esta sociedad carece de una base firme de conocimientos espirituales y culto a la propia persona y sus raciocinios, uno ya no sabe si creer a los científicos que aseguran que la vida del planeta, y con él la nuestra, cuenta con fecha de caducidad o continuar con las religiones que nos aseguran un futuro incierto en un lugar incierto.
Yo personalmente creo en un ser superior, no sé si será Rajoy o Zapatero, pero creo firmemente en la religión del desconocimiento, donde todos debemos saber lo justo para llegar a nuestro puesto de trabajo sin perdernos por el camino y ejercer nuestra labor como lo hacen el resto de nuestros conciudadanos, levantando las economías de otros seres superiores que yo llamaría profetas, para que así el circulo que marca nuestra existencia por fin se cierre y todos podamos ser felices al fin sin tener que esperar a promesas paradisíacas.
Las mayores religiones del mundo durante toda su existencia se han basado en el desconocimiento del pueblo para avasallar y decidir reglas de comportamiento que los situara donde a ellos les convenía, ahora somos por media igual de inteligentes que en año 700 pero con conocimientos diferentes y un pelín más globales lo que nos sitúa en pleno punto de mira de una nueva religión, la economía, que terminara de una vez por todas con el resto de religiones, haciendo de este planeta un lugar más global si es posible. Si todos nos regimos por los mismos principios el entendimiento está asegurado y la rivalidad será nuestra recompensa.
Contamos con una libertad que jamás podrían haber imaginado nuestros ancestros, podemos decir casi de todo y hacer casi de todo, en nosotros está siempre la última palabra pero carecemos de conocimientos y determinación lo que hace imprescindible someternos a un ente que nos domine y complete nuestra existencia dándole un significado al fin, porque la vida de experiencias apasionantes, recuerdos imborrables, satisfacciones y sufrimientos aun no es suficiente para dar sentido a nuestras vidas.

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